jueves, 10 de diciembre de 2009

Caíste, boludo

Ella era bien linda... Pero esa noche estaba más linda que nunca porque estaba muy borracha. Estábamos en una fiesta que dejaba mucho que desear aunque yo la estaba pasando muy bien y empezó a insistir en que nos fuéramos, que vayamos a su casa o a la mía...

Yo la verdad que la estaba pasando bastante bien y como que le dije que se esperara un rato y ella no, que nos fuéramos, vámonos ya... Y yo no, pará, que acá los pibes y yo todavía nos queremos tomar una cerveza más... Sí, ella no se llevaba muy bien con mis amigos, y menos que menos con las novias de turno de mis amigos, o las amantes, o las compañeras o XXX.

Pero yo no quería irme de esa fiesta, y ella sí... ¿Qué se hace en esos casos?

Es cierto, no era la mejor fiesta de nuestras vidas. Pero YO estaba a gusto. Y ELLA no.

Y no sé muy bien cómo funciona eso, pero cuando a una mujer se le mete algo en la cabeza no para. Y ella, esa noche, no paró...

Ella era tranquila, suave, siempre lenta y parsimoniosa... Pero esa noche no.

Estábamos en la cocina de la casa donde era la fiesta y ella se puso como loca, toda una fiera. Al ritmo de Vámonos ya, entre espasmos y gemidos me vi en la tarea de llevarla a otro lado, claro, de dejar la charla amena con los pibes para otro rato... Porque algo mucho más interesante se me había interpuesto en el camino...

Pero...

Y así fue como caí en la trampa. Me sacó de la fiesta a los apurones, me llenó de expectativas, me cargó el motor y... cuando llegamos a mi casa se quedó profundamente dormida en mi cama.

Es así: los hombres y las mujeres mentimos y manipulamos al otro, engatuzamos a cuanto gil podemos... Pero las mujeres, definitivamente, lo hacen mejor. Saben cómo manipularnos, siempre terminamos haciendo lo que ellas quieren... ¿O no?

Las mujeres, al final, terminan consiguiendo lo que quieren... Y nosotros, bueno, nos vamos acomodando... En el primer round siempre caemos vencidos por el deseo, mientras que ellas saben cómo controlar su líbido para sus deseos más profundos...

Lo más triste del asunto es que en este caso el deseo más profundo de ella era dormirse...

sábado, 5 de diciembre de 2009

Volviendo a las andadas...


... Te digo que hoy estoy mejor que nunca. Mirá. Mirame. Sí, estoy un poco más gordo. Pero a vos te gusta... Te gusta acariciar mi pancita de cerveza y de buena vida que me ando echando, ¿o no? ¿O preferís que me sienta culpable por comerme un choripán? No, dale, ¿porqué no te venís y te echás un choripán conmigo? Dale, dale... Le ponemos un montón de chimichurri, y vos, tan dulce y tan delicada, tan fina, no sabés qué hacer con todo eso que te chorrea en la mano... Yo te la agarro y me chupo toda esa grasita rica que se te cae de los dedos y vos al principio te asustás pero de golpe cambia tu cara... Te saco los anteojos y te llevo a un rincón donde no te vea nadie... (Qué suerte que te viniste con pollera, así es más fácil).

(...)

Entonces nos terminamos este choripan delicioso al lado de la reserva ecológica, ahí, junto a los mosquitos... De golpe nos sentimos en la selva y estamos en pleno Buenos Aires. Hace calorcito... Está entradora la primavera... (¿Por eso te pusiste pollera?) No, no, no te preocupes, no estamos haciendo nada malo... Todo lo contrario...