Para que veas que no sos la única que se está carcomiendo los labios del deseo, sacate la ropa. Tirámela en la cara. No me digas cozaz zuziaz. Hoy no quiero escuchar cozaz chanchaz. Quedate callada. Escuchate. No puede ser que sólo desees cuando alguien te prende la máquina. Y vos solita, ¿cómo hacés para encenderte? ¿En qué pensás? ¿En quién? Yo te acaricié sin darme cuenta y así te puse en ON. Y desde entonces nunca volviste a dormir tranquila ¿Quéres coger? ¿Querés que te deje seca el alma? Hoy no quiero hablar de amor. Ahora no. Mirá que yo sou una criatura de esas que no funcionan con el día a día, mirá que yo me aburro muy fácil, mirá que yo no quiero nada... más que cogerte. Quiero coger hasta reventar. Cogerte hasta que revientes. No, ya sé, no sé cómo dejar de vivir y de sentir esto. No sé si estoy buscando el gran amor de mi vida. Yo sólo sé que vos sos ese mientras tanto, ese espacio vacío tan atinado y delicioso como vos... No, no, no me tenés que llenar. Estoy hastiado de mí mismo. Pero me extraño mucho. Dale, callate la boca y callame a mi también, no me dejes decir más pavadas. Quiero que tu lengua me coma las entrañas y así te quedás feliz porque te doy poder, te gusta saber que vos podés conmigo... Y sí: hoy te juro que podés. No me hables de amor, hoy no...
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brutal, y al mismo tiempo, muy real.
ResponderEliminaracaso los otros y las otras no se dan cuenta cuando vos solamente querés eso?
me mató.
Admito solemnemente que la facultad no me dio tiempo a leer pero tampoco quiero que piensen que me olvide de ustedes, colegas queridos. (:
ResponderEliminarUn abrazo desde Rosario, Argentina.
ESCRITORES SUDACAS
ResponderEliminarRoberto Bolaño
El reconocimiento, pero no el reconocimiento de sus
pares sino el reconocimiento de lo que se suele llamar
Instancias políticas los detentadores del poder, sea
Este del signo que sea (a los jóvenes escritores les da lo
mismo), y, a través de este, el reconocimiento del pu-
blico, es decir la venta de libros, que hace felices a las
editoriales pero que aun hace mas felices a los escrito-
res, esos escritores que saben, pues lo vivieron de ni-
ños en sus casas, lo duro que es trabajar ocho horas
diarias, o nueve o diez, que fueron las horas laborables
de sus padres, cuando habia trabajo, ademas, pues
peor que trabajar diez horas diarias es no poder traba-
jar ninguna y arrastrarse buscando una ocupacion
(pagada, se entiende) en el laberinto, o, mas que labe-
rinto, en el atroz crucigrama latinoamericano. Asì que
los jòvenes escritores estàn, como se suele decir, escal-
dados, y se dedican en cuerpo y alma a vender. Algu-
nos utilizan mas el cuerpo, otros utilizan mas el alma,
pero a fin de cuentas de lo que se trata es de vender.
¿Qué no vende? Ah, eso es importante tenerlo en
ResponderEliminarcuenta. La ruptura no vende. Una escritura que se su-
merja con los ojos abiertos no vende. Por ejemplo:
Macedonio Fernandez no vende. Si Macedonio es
uno de los tres maestros que tuvo Borges (y Borges es
0 deberia ser el centro de nuestro canon), es lo de me-
nos. Todo parece indicarnos que deberiamos leerlo,
pero Macedonio no vende, asi que ignorémoslo. Si
Lamborghini no vende, se acabo Lamborghini. Wil-
cock solo es conocido en Argentina y unicamente por
unos pocos felices lectores. Ignoremos, por lo tanto,
a Wilcock. ¿De donde viene la nueva literatura latino
americana? La respuesta es sencillìsima. Viene del
miedo. Viene del horrible (y en cierta forma bastante
comprensible) miedo de trabajar en una oficina o ven-
diendo baratijas en el Paseo Ahumada. Viene del de-
seo de respetabilidad, que solo encubre al miedo. Po-
driamos parecer, para alguien no advertido, figurantes
de una pelicula de mafiosos neoyorquinos hablando a
cada rato de respeto. Francamente, a primera vista
componemos un grupo lamentable de treintañeros y
cuarentañeros y uno que otro cincuentañero espe-
rando a Godot, que en este caso es el Nobel, el Rulfo,
el Cervantes, el Principe de Asturias, el Romulo Ga-
llegos.
2. La conférencia debe continuar. Espero que nadie
me tome a mal mis anteriores palabras. Era broma. Lo
escribi, lo dije, sin querer. A estas alturas de mi vida ya
no quiero mas enemigos gratuitos. Estoy aqui porque
quiero enseñaros a ser hombres. No es verdad. Era
broma. En realidad, me muero de envidia cuando os
veo. No solo a vosotros sino a todos los jovenes escri-
tores latinoamericanos. Tenéis futuro, os lo puedo ase-
gurar. Pero no es verdad. Era broma. Ese futuro es tan
gris como la dictadura castrista, como la dictadura de
Stroessner, como la dictadura de Pinochet, como los
innumerables gobiernos corruptos que se han sucedi-
do uno detras de otro en nuestra tierra. Espero que a
nadie se le ocurra desafiarme a pelear. No puedo ha-
cerlo por prescripciòn médica. De hecho, cuando aca-
be esta conferencia pienso encerrarme en mi habita-
cion a ver peliculas pornograficas. ¿Que quieren que
vaya a visitar La Cartuja? Ni de chiste. ¿Que quieren
que vaya a un tablado flamenco? Se equivocaron, una
vez mas, conmigo.Yo solo voy a un rodeo rnexicano o
chileno o argentino.Y una vez alli, entre el olor a bos-
ta fresca y copihues, procedo a quedarme dormido y a
soñar.
3. La conferencia debe poner las pies en el suelo. Es
verdad.Pongamos los pies en el suelo. A algunos de
los escritores invitados los considero mis amigos. De
ellos, por otra parte, solo espero delicadezas hacia mi
persona. A los demas no los conozco, pero a algunos
los he leido y de otros tengo excelentes referencias. Por
supuesto, faltan escritores sin los cuales no se enten-
deria esta entelequia que por comodidad llamamos
nueva Iiteratura Iatinoamericana. Es de justicia citar-
los. Comenzaré por el mas dificil, un autor radical
donde los haya: Daniel Sada. Y Iuego debo nombrar a
Cesar Aira, a ]uan Villoro, a Alan Pauls, a Rodrigo
Rey Rosa, a Ibsen Martinez, a Carmen Boullosa, al jo-
vencisimo Antonio Ungar, a los chilenos Gonzaio
Contreras, Pedro Lemebe1,]aime Collyer, Alberto Fu-
guet, a Maria Moreno, a Mario Bellatin, que tiene la
suerte o la desgracia de ser considerado mexicano por
los mexicanos y peruano por los peruanos, y asi po-
dria seguir durante un minuto mas. El panorama, so-
bre todo si uno lo ve desde un puente, es prometedor.
El rio es ancho y caudaloso y por sus aguas asoman las
cabezas de por lo menos veinticinco escritores meno-
res de cincuenta, menores de cuarenta, menores de
treinta. ¿Cuantos se ahogaran? Yo creo que todos.